domingo, 6 de junio de 2010

Chipaba Guatecuyca



En abril de 2006 inauguramos con Pablo Carvajal y Sheila Calderón la exposición “Chipaba Guatecuyca” en la sala del primer piso de la Casa del escribano don Juan de Vargas. Fue el resultado de un proyecto que, dentro de otras intenciones, buscaba ahondar en el tiempo, en nuestra memoria y en los pocos rastros que quedan de antes de hace 500 años, sin caer en posturas indigenistas usando elementos de la herencia de ese pasado. Partíamos de la imagen del sol pintada en la techumbre del templo doctrinero de Oicatá y del “Padre Nuestro” según la lengua chibcha; oración que seguramente se usaba para el adoctrinamiento de los indígenas, la encontré sin buscarla en algún libro de la biblioteca Patiño Roselli.

Hoy, después de cuatro años, revisando papeles y documentos hallé textos y algunas fotos que surgieron en su proceso. Me parece un poco curioso que yo también haya olvidado esa exposición. Realmente fue muy bella, en la apertura Germán Alfonso interpretó unos solos de marimba magistrales de un autor japonés, hubo canelazo y asistió mucha gente. Todos se preguntaban: ¿Qué hizo Oscar? ¿Dónde están sus pinturas?. Pero ha pasado el tiempo y creo que apenas nos acordamos de aquel trabajo Pablo, Sheila y yo. Si la intención era recuperar memoria, lo que en esta regresión compruebo es que si se trata de cosas que se han querido sepultar no hay nada que se pueda hacer. Si queremos discutir o establecer algún argumento sobre la propia cultura es como si quisiéramos verter la nada en el vacío: no hay respuesta y todo se olvida.

Sin embargo transcribo los textos que acompañaron la exposición y una de las imágenes que Pablo tomó del proceso de montaje.

CHIPABA GUATECUYCA
La figura enigmática de un sol, un rostro, representación sincrética de Dios. Esta imagen como máxima deidad muisca, fue utilizada en la colonia para evangelizar a los indígenas; así, en el templo de Santa Clara en Tunja y en la iglesia de Oicatá y posiblemente en los muros cubiertos con cal de otros templos de la región- puede encontrarse al sol antropomorfo de agudos rayos- en los que convergen tanto el pasado precolombino como el español (árabe y europeo a la vez)- dominando el espacio litúrgico. Los murales fueron comisionados por caciques muiscas y es posible que hayan sido realizados por artistas indígenas

Fotografías de los habitantes de una región donde se adoraba al astro rey mientras se cantaba a la cruz. Sus descendientes son retratados como un homenaje a su historia, su vida, siendo un llamado a (re) conocernos en nuestra historia.

Un canto al creador, que está en los cielos, en muisca y castellano. Tres artistas recrean rostros de Dios y de los hombres y nos invitan a imaginar en nuestro firmamento interior la luz solar de nuestro espíritu mestizo.

Santiago Rueda Fajardo
Profesor Instituto de Investigaciones Estéticas UN
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Los referentes que integran está exposición (el sol y las fotografías) tienen relación directa con la población de Oicatá. Este municipio cercano a Tunja también es de origen prehispánico; según las crónicas Oicatá (Ogquetá), en lengua chibcha significa dominio de chamanes o sembrado en el pedrisco.

La pintura es una reproducción del sol que se encuentra en la techumbre del templo doctrinero del siglo XVII de Oicatá. El original, como la mayoría de los murales de la época colonial, fue pintado al temple al huevo o falso fresco, copia que está realizada con la misma técnica y busca guardar una correspondencia con el original en la actitud de su ejecución.

Las fotografías son evidencias tanto del transcurrir de un día corriente como de personas de Oicatá.

La versión del Padre Nuestro en lengua chibcha es tomada del “Diccionario y gramática chibcha: manuscrito anónimo de la Biblioteca Nacional de Colombia” . Está versión coincide con la de Joaquín Acosta Ortegón en “El idioma Chibcha”.

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Las fotos de Pablo las podemos ver en:

http://flickr.com/photos/40404/sets/72157601687176296/